INVITACIÓN

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INVITACIÓN 

A los cristianos de la ciudad grecorromana de Éfeso, el apóstol Pablo escribía estas palabras: "Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro divisorio, la enemistad, anulando en su carne la Ley con sus mandamientos y sus decretos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo las paces, y reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la Enemistad"   ( Efesios 2,14-16).

Quizás Pablo pensaba en la cerca que entonces dividía rigurosamente el atrio del templo de Jerusalén y delimitaba el espacio por que podían pasar los "gentiles" o bien los paganos. Ellos eran los que los judíos consideraban "no creyentes", obligados permanecer fuera del espacio reservado a los israelitas fieles.

Con esta imagen, utilizada por Papa a Benedicto XVI, el Consejo Pontificio de la Cultura ha decidido colaborar a la destrucción de un muro que, una vez erguido, impedía que entre los dos "atrios" simbólicos, diferentes, pudiera existir  un intercambio de miradas y de palabras. Deseamos entablar un diálogo, manteniéndonos firmes en nuestros territorios, pero respetando las identidades.

Este diálogo está destinado a desarrollarse sobre las grandes cuestiones radicales que conciernen a la vida y la muerte, la verdad y la mentira, el amor y el dolor, el bien y el mal, la libertad y la solidaridad, la palabra y el silencio. Tal diálogo no tiene que temer el adentrarse en las travesías elevadas  de la transcendencia y el misterio, donde surja la pregunta última sobre el Desconocido, este Dios "conocido en Judá", conocido por el creyente. Un filósofo contemporáneo ha escrito: "Lo que resulta extraño no es tanto la dificultad de hablar de Dios, sino la de no hablar de Él."

El Atrio de los gentiles o paganos es el lugar de búsqueda de itinerarios comunes, sin atajos ni distracciones o dispersiones, en el que la escucha deviene fundamental a pesar de las diferencias. Un escritor católico francés, Pierre Reverdy, estaba convencido del hecho que "hay ateos intensamente radicales que, a final de cuentas, se ocupan de Dios con más profundidad que muchos creyentes superficiales y frívolos y hay creyentes que se interesan por el hombre y el mundo mucho de más que algunos ateos insignificantes y sarcásticos."

El diálogo que queremos establecer se desarrollará entre personas inteligentes y apasionadas que desean encontrar un sentido, una respuesta, una verdad. 

Cardenal Gianfranco Ravasi, 

Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura