2002 - Transmitir la Fe
La Asamblea Plenaria del 202 tuvo como tema Transmitir la fe al corazón de las culturas, Novo Millennio Ineunte. Las profundas transformaciones a que se enfrentan las sociedades al comienzo del nuevo milenio, invitan a la Iglesia a explorar nuevas vías de evangelización. Enormes sectores de la humanidad están viviendo las consecuencias de la globalización, con la ambivalente secuela de beneficios y problemas que conlleva. Mientras el mundo se desplaza velozmente hacia una nueva cultura global, emerge la cuestión de la identidad cultural. La rica variedad de culturas es una bendición que debemos preservar, con todos los desafíos que comporta, especialmente tras los trágicos acontecimientos de Septiembre 2011.
El Consejo Pontificio de la Cultura contempla esta situación a la luz de la carta apostólica de Juan Pablo II Novo Millennio Ineunte. Su llamada a remar mar adentro (duc in altum!) es una respuesta a las oraciones de quienes buscan llevar la Buena noticia de Jesucristo a su propia cultura. La carta sigue el surco trazado por las oraciones y reflexiones del Gran Jubileo, con motivo de los 2000 años desde la Encarnación del Verbo. La palabra tiene que hacerse carne y vida en cada cultura, no como una idea o como costumbres extrañas, sino como el corazón espiritual de toda comunidad humana.
Para que esto tenga lugar, quienes han recibido la misión de llevar el Evangelio a los hombres en el corazón de cada cultura, tienen que reconocer la dignidad de la persona humana y comprometerse a compartir realmente "los gozos y esperanzas, dolores y sufrimientos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo". La globalización puede enriquecer o humillar a los pueblos. El gran desafío que ha centrado la atención de esta Asamblea es discernir qué significa este complejo proceso para los diferentes sectores de la sociedad, en el admirable mosaico de culturas que configuran el mundo, que la Iglesia ama y desea salvar.
El hecho que más preocupa, no sólo a los pastores y catequistas, sino también a los padres y maestros en todo el mundo, es cómo garantizar que la fe cristiana se transmita eficazmente a las futuras generaciones. Los canales tradicionales que sostenían esta tarea han desaparecido de la escena, incluso en sociedades tradicionales, ricas y pobres.
Pero este problema afecta a las diferentes culturas de manera muy diversa. Por ello, el Consejo Pontificio de la Cultura lleva tiempo tratando de busca la manera más apropiada de responder a estos importantes desafíos respetando y alegrándose por la enorme diversidad cultural de la familia humana.