El Cardenal Gianfranco Ravasi creó, el pasado mes de diciembre, una nueva oficina dentro del Consejo Pontificio de la Cultura, dedicada al deporte. El neonato departamento “Cultura y Deporte” tiene como misión, al igual que el resto del Dicasterio, establecer un diálogo con el mundo del deporte, que constituye hoy uno de los fenómenos culturales más relevantes de nuestro tiempo. Evangelizar el mundo del deporte presupone un discernimiento cultural, y este, a su vez, un análisis cultural capaz de detectar las dinámicas, los valores, las expectativas presentes en este mundo.
Entre la Iglesia y el mundo del deporte existe una fuerte vinculación, que, sin embargo, a lo largo de los últimos años se ha ido debilitando. En Italia, y también en otras partes del mundo, son famosos los “oratorios” parroquiales que, contrariamente a lo que el nombre parecería indicar, no son una capilla, sino el conjunto de actividades de ocio y tiempo libre vinculadas a la parroquia, entre las que el deporte ocupa un lugar privilegiado. Tanto, que en el Italia, el “oratorio” es sinónimo de campos deportivos parroquiales. La institución del oratorio posee una larga y venerable tradición que se remonta a san Felipe Neri y a sus múltiples actividades pensadas para rescatar a la juventud de Roma: canto, teatro, excursiones, la peregrinación de las “7 Iglesias”, y por supuesto, la enseñanza del catecismo y la introducción a la vida de oración en un ambiente festivo. En tiempos más recientes, san Juan Bosco, inspirándose en esta misma idea y acogiéndose al patronazgo de san Francisco de Sales, inventa los “oratorios festivos” de san Francisco de Sales, origen de los salesianos. San José Murialdo, en Venecia, inventa los “patronatos” con finalidades muy parecidas, en las que el deporte tiene un papel especial.
En el mundo de lengua inglesa, el deporte ha desempeñado un papel determinante en la formación de los colegios e institutos de enseñanza católicos. Los Colleges católicos hacían del deporte un instrumento de promoción social en medio de un ambiente cultural hostil al catolicismo. Baste pensar en los míticos Fighting Irish de la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos, verdadero icono del deporte universitario católico americano.
Como en tantas otras realidades, también en el mundo del deporte se ha producido un divorcio entre la fe y la cultura. Colegios y parroquias han ido abandonando a su suerte el deporte, el que, desenganchado de su vinculación vivificante con la iniciación a la fe y las realidades del espíritu, se ha vuelto una víctima del consumismo de mercado: los campos de la parroquia han pasado de ser un instrumento formativo a una sustanciosa fuente de ingresos, gracias al alquiler de los campos de deporte. En muchos casos, se ha conservado la estructura, pero privada de la finalidad pastoral que le dio vida. Lo mismo podría decirse de las salas parroquiales de cine y de tantas otras realidades parroquiales y diocesanas.
En este contexto cultural y pastoral profundamente cambiado, en un mundo del deporte asfixiado por la mercificación del deporte, convertido en mero espectáculo de inspiración deportiva y de atletas reducidos a mera marca comercial de productos de consumo, el Consejo Pontificio de la Cultura desea abrir un nuevo canal de diálogo con este ambiente, haciendo suyos “los gozos y las esperanzas, los lutos y las angustias” de quienes viven en él. No se trata simplemente de evangelizar el mundo del deporte para hacer de él un instrumento al servicio de la catequesis, sino de descubrir y valorar un mundo, con todas sus contradicciones y tensiones, pero cargado también de altos valores que permiten revelar al hombre a sí mismo y que pueden ayudarlo también a descubrir el rostro de Dios.
Este nuevo departamento “Deporte y Cultura” trabaja en estrecha colaboración con Sector “Iglesia y Deporte” creado por Juan Pablo II, el primer papa deportista de la historia, en el Consejo Pontificio para los Laicos. Colabora también de forma muy cercana con la Oficina “Tiempo Libre y Deporte” de la Conferencia Episcopal Italiana y con la “Fundación Juan Pablo II para el Deporte”.
Además de diversos proyectos de estudio sobre teología y antropología del deporte, explorando las ricas potencialidades de la categoría de “juego”, actualmente el Departamento sostiene la Escuela de Pensamiento convocada por la Oficina para el Deporte y el Tiempo libre de la Conferencia Episcopal Italiana. Se trata de un curso formativo dirigido a los responsables regionales de la pastoral del deporte, que busca ayudar a los responsables del deporte en las diócesis y otras agrupaciones eclesiales, a hacer del deporte no sólo un bien educativo, sino también un bien espiritual como instrumento de revelación del rostro de Dios.
Melchor Sánchez de Toca