Ante el Partido de Rugby Italia-Argentina

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PALABRAS DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS DIRIGENTES Y A LOS ATLETAS DE LAS SELECCIONES NACIONALES 
DE RUGBY DE ARGENTINA E ITALIA

Sala Clementina
Viernes, 22 noviembre 2013

Queridos amigos, Buenos días,

Veo con agrado que entre Italia y Argentina hay varios encuentros deportivos. Esto es bueno, es buena señal, señal de una tradición que continúa entre estas dos naciones.

Les agradezco que hayan venido a saludarme, gracias al Señor Embajador, y también les agradezco la iniciativa de caridad que han tomado.

El rugby es un deporte simpático, y les digo por qué lo veo así: porque es un deporte duro, hay mucho encuentro físico, pero no hay violencia, hay mucha lealtad, mucho respeto. Jugar rugby es fatigoso, no es un paseo, Y esto pienso que es útil para templar el carácter y la fuerza de voluntad.

Otro aspecto que destaca es el equilibrio entre el grupo y el individuo. Ahí están las famosas “melés”, que a veces impresionan. Los dos equipos se enfrentan, dos grupos compactos, que empujan uno contra otro y se equilibran. Y después, las acciones individuales, las carreras hacia la meta. En el rugby se corre hacia la “meta”. Esta palabra, tan bella, tan importante, nos hace pensar en la vida, porque toda nuestra vida tiende a una meta; y esta búsqueda de la meta es cansada, requiere lucha, empeño, pero lo importante es no correr solos. Para llegar, es necesario correr juntos, la pelota pasa de mano en mano y se avanza juntos, hasta llegar a la meta. Y entonces, se hace fiesta.

Quizá esta interpretación mía no sea muy técnica, pero es el modo en que un obispo ve el rugby. Y como obispo les deseo que pongan en práctica todo esto, también fuera del campo, que lo pongan en práctica en sus vidas.